Vinculación emocional con tu bebé
Desde la gestación, la vivencia de la maternidad y paternidad se experimenta con una gran variedad de emociones y sensaciones propias de la etapa. Muchas de éstas tienen relación con los cambios físicos, psicológicos y sociales que implica ser padres, y otras emociones más profundas, reprimidas u olvidadas, guardan relación con nuestros recuerdos y experiencias tempranas sobre ser hijo.
La maternidad y paternidad traen, entre muchas de sus preguntas, algunas asociadas a un aspecto fundamental: la alimentación, física y emocional.
Mientras más se estudia la temática de primera infancia, más claro queda que los bebés son seres que llegan al mundo con potencialidades, preparados para adaptarse y conseguir una de sus necesidades primordiales: Socializar.
El cerebro del bebé está ávido de crecer por medio de la interacción que tenga con sus cuidadores, como éstos le muestran el mundo y alimentan su cerebro con lo aprendido en las vinculaciones más significativas, para así crear las suficientes conexiones neuronales.
Reflexionar sobre cómo alimentar a un hijo
Si quiero nutrir a alguien, necesito referencias, conocimientos sobre cómo se puede nutrir y alimentar a un hijo, por lo que la maternidad obligatoriamente nos hace buscar en nuestras experiencias tempranas la respuesta a las siguientes preguntas: ¿Fui alimentada emocionalmente por mis cuidadores?, ¿Cómo fui alimentada por ellos?, ¿Qué aspecto rescato de la alimentación emocional que me brindaron?, ¿Qué me faltó?, ¿Qué sentí como necesidad no cubierta?
Responder todas esas preguntas toma tiempo, reflexión, aceptación, y en muchos casos, mirar heridas que aún no sanan. Si bien en la actualidad, discursos desde el paradigma de la Crianza Respetuosa emergen con fuerza, se hace necesario primero conocer y aceptar nuestra historia como hijos en un contexto histórico y social que validó durante tiempo formas de crianza rígida, poco sensible e incluso vulneradora en ciertos aspectos.
Así, encontramos en las historias de muchos cuidadores miedos e inseguridades que vienen desde heridas aún no resueltas, como también otras vinculaciones sensibles que permitieron la creación de historias alternativas, transformadas en relatos de resilencia, y que movilizan la intención de hacer las cosas de diferente manera.
Por esto, uno de los aspectos fundamentales en la vinculación y alimentación emocional del bebé debe ser la REPARACIÓN.
Tal como se dice, equivocarse es humano: Es más común en el proceso de aprendizaje equivocarse que dar con la respuesta correcta, pero ¿Estamos acostumbrados a reparar nuestras equivocaciones? Reparar implica reconocer las emociones que puede estar sintiendo el otro porque nosotros las experimentamos cuando pequeños, comprender lo poco adecuado de nuestra respuesta, verbalizar esta reflexión y entregar una respuesta distinta basada en la certeza de que las cosas pueden ser distintas. Implica reconocer que no tenemos todas las respuestas, que no somos los cuidadores perfectos que soñamos ser, pero que sí tenemos la potencialidad de entregar y cambiar patrones familiares que alimentaron a muchos, pero a importantes costos.
Si bien, es de gran importancia tener la intención de brindar una vinculación sensible y respetuosa en todo momento, no nos olvidemos que en nuestras manos está la potencialidad de gestar vínculos positivos y resilientes.
Por: Barbara Urzua, Psicóloga Balance Group